A Uri Waizel, en memoria de los aventones universitarios y del talismán que me heredó.
En la segunda parada que hicimos para cargar gasolina de camino a la Riviera Nayarit, El Pedazo de Animal me gritó: ¡Miraaaaaaa! ¡Un vocho rosaaaaaa!
Lo teníamos justo ahí. Frente a nosotras, estacionado afuera de la tienda, como esperando a que le pidiéramos nuestros deseos. Y para colmo de nuestra suerte, uno de los 4 tripulantes de nuestro vehículo era Abba, una perra hermosa que serviría para coronar el ritual petitorio. En ese momento recordé que debería de tener mucho cuidado al decidir mi deseo —o por lo menos resignarme a las consecuencias—, porque se me va a cumplir. Ya se lo advertí al Pedazo de Animal (que el Vocho Rosa no falla) pero me parece que no me acaba de creer. Total, que sin perder el rosado auto de vista, cruzamos índice y medio de la mano izquierda y formulamos cada una su deseo. Después buscamos el lindo rostro de Abba y lo ratificamos (funciona como cuando te piden que escribas dos veces tu password, es algo muy delicado). Entonces descruzamos los dedos. (Sólo para aumentar mi certeza, mientras escribo esta línea suena Here Comes the Sun. Tómala, María, ahora te aguantas).
Creo que me pasa lo mismo que con la novela, que ya vi el final (¡por fin!). Ya hasta lo escribí y todo (hoy me gusta mucho cómo quedó, no sé mañana), pero me falta el 80% de la consecución de los hechos (y su narración, ahí nomás) para llegar al capítulo donde insertaré ese texto.
Y el conflicto, de momento, no es otro más que saber que se va a poner igual de cabrón mi deseo que la novela. Intuyo que durante un buen rato no habrá más que partos de chayotes y uno que otro momento plenísimo, si bien me va. Pero ya qué. Ya me metí en esto y creo que no hay vuelta atrás. En realidad, sólo espero que no haya vuelta atrás.
Y sí, tengo que confesar que, no contenta con mi fortuna, hice una trampa. Qué digo una trampa, un trampononón. Me tomé una foto con El Vocho Rosa (de matices tornasol, que —osh— no se notan en la foto). Bueno, con Abba y El Vocho Rosa… ¡jaaaah! A huevo.
Me fabriqué my one and only “lámpara maravillosa” (o su equivalente en moneda corriente). Pero eso sí, como las estampitas de los santos (o al menos como debiera ser con ellas si de verdad alguien las respetara), sólo sirve para emergencias: San Vocho Nain-guan-guan únicamente atiende —de ahora en adelante— deseos que, de tanto esperar la aparición en vivo de un vocho rosa para ser pedidos, estén a punto de morir.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
8 comments:
Qué todo ello (lo bueno) que hayas pedido se multiplique a tal grado que alcance a más personas.
Hola, amiga, cuánto tiempo. Me gustó mucho cómo nos relatas esta historia. Me alegro también de lo que cuentas de la novela. Te deseo lo mejor para este año. Un beso,
V.
Exenio, muchas gracias, ojalá que tengas la boca llena de razón.
Poeta, qué sorpresa, qué bien que te sigas dando tus vueltas por acá. Que todo vaya bien también para ti este año. Abrazo.
San Vocho nine-guan-guan...
Esa frase me hizo el día... y si lo que dices es correcto
estare correteando los bochos rosas.. ja
Feliz año!!
Looking forward to read your novel.
Saludos,
f
un vocho rosa? caray, mi vecino de enfrente tiene uno, igual tornasol.
son detestables los vochos.
Soltera & neurótica, qué bueno que vuelves. Corretéalos, pero sólo si estás muy segura de lo que quieres, no sea que luego te arrepientas y ya sea demasiado tarde.
Chango Feli, gracias. I'm looking forward to read some other blog of yours. No volverás? Serás un egoísta voyeur? Come on!
Licenciado, a mi me caen bien, qué quieres que te diga. Les debo varias, sobre todo a los rosas. Mmm, ¿cuál es tu dirección? Digo, no estará de más el dato.
Gracias por la visita...
Y si, creo que cambiare el termino por: interesantes... que carambas!
Te dejo una rolita de fin de semana, para mover la patita bailarina...
Buen fin..
http://mx.youtube.com/watch?v=AhV2og0OAjE
Post a Comment