Friday, June 01, 2007

Por fin...

¿Y si me quedo?

... desde acá todo se ve tanto mejor, siempre... como cada vez desde hace 16 años.
Amo Madrid. Me mueve tanto... recuerdos, sentires, duelos, alegrías. Es fuerte, más fuerte que yo, y es una pena estar aquí tan poco tiempo.

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La vida te da sorpresas...

Ayer, mientras hacía la fila para entrar a la sala de espera para abordar el avión, entre el ruido del aeropuerto parisino y cientos de personas hablando por lo menos 5 ó 6 idiomas distintos, distrajo mi oído el silbido de una melodía con extraordinaria afinación y sentimiento. Extraordinaria, lo digo en serio. Y miren que reconocer un buen silbido no es cualquier cosa, por lo general la gente silba terriblemente. Bueno pues yo escuché esta melodía, y me intrigó quién sería el ejecutante de tan armónicos 'chiflidos'... gran sorpresa fue descubrir que era un geek nórdico altísimo, blanquísimo, con bigotes rubios y poco pelo, anteojos anacrónicos y expresión de palo, torpe de movimientos y vacío de mirada. Pero qué sentimiento, qué cosa. Y de pronto reconocí la tonada: No llores por mi Argentina. Imaginé su historia con esa canción, o con ese país o con alguna oriunda de él... imaginé que volaría hacia allá o que, de jodido, intercambiaba correspondencia intensa con una rioplatense (o con uno, ¿qué más da?)... mucha pasión en el silbido enmarcado en un rostro impasible.
Conmovida pensando en los inexplicables amores de lejos estaba, cuando cruzamos el umbral electrónico de la sala. Y hasta entonces noté que éste, al detectar el ingreso de alguien nuevo —como en tienda de chinos—, emitía por sus bocinas una bienvenida: la melodía de No llores por mi Argentina. Chale.
Y yo que estaba a punto de volver a creer en el amor, aunque fuera de lejos, transocéanico y transgénico, me di cuenta de que en realidad el geek sólo tradujo a sus habilidosos labios una tonadilla pegajosa que llevaba minutos escuchando.

En una de esas La Idea del Amor es sólo eso: un estribillo pegajoso, una tonada que a fuerza de escuchar repetidamente se nos ha quedado grabada en la mente como canción de boda. Nooooo.
No creo.
No.

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Me voy, al disfrute de mi casa cuando es aquí, de mi familia, de mis amigos. A por unas cañitas, unos librejos de cine, el jerez de El Editor y todas las sonrisas que se me atraviesen por el camino.