Tuesday, January 22, 2008

Me encontró y lo reconocí

Cuando oí su voz en el celular recordé la primera vez que hablamos por teléfono hace unos 16 años... Su timbre grueso, sin huecos, y el tono amable que usa al saludo, cálido y firme al mismo tiempo. Lamenté que en mi memoria quedara tan poco de su rostro.
Después, cuando lo ví, entendí que el recuerdo de sus rasgos sólo estaba bien guardado, acomodado, en orden. Así, en orden, fue reapareciendo mientras lo observé por cinco gratas horas... las mismas que él hurgó sin reparo en mis ojos. Los observó sin tregua, sin pena y con calmada ansiedad de entender qué ha pasado, qué alquimia me ha hecho otra. Lo celebró, lo sé.
Reconocí sus ojos tristes y esa sonrisa que cuando entra en confianza y se descuida lo delata hasta inocente. La mirada franca, inevitablemente desnuda, con la misma expresión satisfecha y divertida de "y-ya-qué" que ponía cada que la Chavita de Hueva (yes: me) con la que salía a los 17, le "censuraba" algo. Quizá me sorprendió que ya estrena canas y que su peinado in no desentone con ellas. Y sí, que los años le han caído con un montón de encanto. Me gusta mucho más que antes.
Sus manos son nuevas. O yo nunca las ví cuando nuestras salidas de pubertos. Seguramente estaban desaliñadas: uñas sucias, falanges regordetas, de adolescente enojado. Si ví eso, preferí olvidarlo. Las que usa ahora son pulcras, firmes y serenas, grandes, de falanges precisas y nudillos cicatrizados a dientazos de borrachos primerizos —medio adivino y medio sé.
Es curioso que hoy su boca me parezca un mosaico de las bocas, por mí observadísimas, de otros hombres a los que tampoco besé: la gran área-sonrisa de Ephram (con todo y diente chueco), el movimiento de Arturo, totalmente calculado entre la prudencia y el encanto. Las cicatrices del labio inferior, en cambio, son sólo suyas, y esas las había olvidado.

Mentí, lo del mosaico no es curioso. Lo realmente curioso es que conocí antes su boca que las de Ephram y Arturo. Ahora entiendo por qué me costaba tanto no mirarlas, por qué las recordé en un déjà vu traspapelado de la primera que me besó sin que yo correspondiera.

6 comments:

elisa said...

aún si no supiera de quien hablas, me parece un texto chingón, pero más me gusta porque reconozco al personaje (bueno, lo guardo igual en la memoria de la adolescencia). si lo vuelves a ver, mándale saludos de mi parte.

beso

adriana said...

Hermosa descripción de un encuentro con el pasado, sabes hay veces que quisiera volver a ver a una persona que ame tanto, solo para saber si estoy curada de ese amor o si aun sigue guardado en mi corazón con la misma intensidad.

Quien sabe a lo mejor algun día el destino me haga justicia y me lo encuentre en algun lado.

Saluditos,

Anonymous said...

Qué suerte tiene él. Por tenerte enfrente.

María said...

Elisa, ¿que si lo vuelvo a ver? ¡por supuesto que lo volveré a ver, esto no se queda así, jaaaaah! Le diré y sé que le dará gusto. Besos pa ti.

Adriana, seguro pasará, esas cosas pasan cuando menos una las espera. Es un compló de orden del universo supongo, cerrar ciclos o terminar los inconclusos. Abrazo. Y gracias por venir por acá.

Anónimo, ¿crees? luego hay otros que piensan que soy MalaMujer. O sólo No Conveniente. Qué cosa. Gracias de cualquier forma. Un abrazo para ti.

Miss Neumann said...

me no entender nada!

La Chula said...

no hay como un buen encuentro reconocido, ver gente del pasado es muy extraño, despierta sueños dormidos.